martes, 15 de noviembre de 2011

De tu figura intacta

¿Por qué callas ahora cuando el desvelo me tiene maniatado? Sin tu risa cortando las sombras del silencio no hay lugar a dónde ir.

Sólo tú podías (según recuerdo tu figura) hacer líquidos los espejos con tan sólo el toque de tus pies, y quebrar tu reflejo a placer para nadar en ellos.

Tú tan firmemente quieta, atrapada en un parpadeo larguísimo-el más largo de todos, sin ocaso y sin crepúsculo- podrás atravesar el río caminando con gracia y certidumbre, sin la piel mojada o el cabello en remolino, mientras los que en barca viajan te miran embelesados.

Y quién en este mundo sino tú podrías, con oficio de quietud y silencio inquebrantable, sonrojar al fuego y hacer callar al aire.

Sólo tú que podías sonreír con la mirada puedes ahora llorar a través de mis ojos tu partida.

Porque si las palabras corren el riesgo de perderse es (según recuerdo tu figura) en esta meseta que es tu cuerpo helado, en el umbral de no volver, con tus relieves caprichosos  sobre el terciopelo. 

Y mientras tanto, quieta tan quieta que le duele al mundo tu desvelo, la noche te sigue arropando con devoción de madre, porque si algo o alguien es capaz de acallar la elocuencia de tu sombra es (según recuerdo tu figura) la noche perenne y nadie más.



Maximiliano Luna


Ixchel Rivera Bribiesca

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